Estas rutas nos han llevado a fijarnos en la constitución geológica del Montsant. La piedra, rojiza en las cimas, resalta contra el cielo azul. Las cárcavas y los recovecos marcan la fisonomía de un enclave que fue, desde siempre, refugio de personas y animales. Los eremitas medievales disfrutaron de espacios sin par, aunque austeros hasta la médula.
La imaginación popular no necesita mucho estímulo para encontrar aquí a la acogedora Gallina que protege a sus polluelos con las alas extendidas.
Els Escambells, alto que resalta, al fondo del valle del río Montsant.
Roca y cielo...falta el agua. ¿Dónde está?
El agua en el Montsant podemos encontrarla en dos localizaciones: en las ermitas, que de hecho tienen como función principal marcar los puntos en donde los acuíferos afloran, y en el fondo del valle. Por allí discurre, bastante alegremente, el río Montsant, mostrando pequeños rincones fascinantes, joyas de vegetación, cielo y agua.
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