Recordad, muchachitos de Sherwood, que cuando hay guerra siempre pringa la gente del pueblo, porque los jerifaltes están a buen recaudo dirigiendo las operaciones. Durante la Guerra Civil llovieron hostias como panes, y en esta zona como panes de payés de kilo porque estaba situado el frente del Ebro. Había que refugiarse.
El búnker de Reguers, en Ascó, subterráneo, cuadrado, gris. Nos sentamos dentro, en el suelo desnudo, y en silencio intentamos sentir qué pensarían las personas que tuvieron que estar escondidas aquí.
Mal rollo.
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