UNA BIÓLOGA EN LA REPÚBLICA INDEPENDENT DE LA SISQUELLA
lunes, 30 de abril de 2018
EL FAYÓ, NEVERMORE
Los pueblos de frontera son siempre extraños: es por ello por lo que tenía yo sumo interés en ir al Fayó. Conocía este lugar de mis viajes en tren a Zaragoza desde Flix, aunque la estación parecía lejos del núcleo urbano, como así es.
Hemos ido en coche. Pero hemos cometido el error de ir por la carretera de Riba-roja...curvas ascendentes sin fin durante 30 kilómetros (aunque el letrero a la salida de Riba-roja marca 20) en una ruta solitaria que atraviesa una sierra inmensa y ausente y que en su tramo inferior bordea extraños campings lacustres dedicados a alemanes e ingleses, con yates atracados a la vera de curiosos clubs náuticos.
El Fayó es un neopueblo: al original se lo cargaron al construir el pantano de Riba-roja, sumergido para siempre. El núcleo actual es de casas prefabricadas, todas iguales; emana de ellas una nostalgia contenida, acaso conformista. Seguro que se luchó mucho.
No sirvió de nada.
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