El cielo amenaza lluvia, así que hacemos una excursión de proximidad y casi de kilómetro 0 (casi). Nos vamos a ver si encontramos una construcción que llaman "dolmen" así, entre comillas, en la Valldeporcs de Riba-roja d'Ebre.
Al fin cumplo uno de mis objetivos: cruzar el puente de diseño sobre el río Ebro y que enlaza estas tierras con las de Lleida. A Almatret va a parar este camino que ya desde el principio es extraño. Será por el gris del cielo, será por la soledad del lugar, será por la señalización algo confusa, será por todo junto: la cuestión es que de lo indicado en la ruta no encontramos nada; ni dolmen, ni horno de enebro ni un casalón que prometía.
Aparcamos y decidimos ir caminando. Una roca reptiloide nos indica algo, acaso que nos internamos en el reino de la tierra seca.
Y así es: los olivos del arcén están cubiertos de un polvo asfixiante que les da un aspecto marciano. Rocas areniscas de superficie erosionada por siglos de interacciones con el medio que se han transformado en piedras parlantes. Una ristra de orugas procesionarias atraviesa el asfalto.
Un mas derruido acrecienta la sensación de estar en un planeta hostil. Por todas partes, casas destruidas por el tiempo y la dejadez.
Vemos a lo lejos una señal: el paisaje cada vez es más sucio, los arcenes secos perlados por restos de basura humana de todo tipo.
Y mira por dónde: este es el camino que conduce al famoso vertedero del cual unos dicen que sí y otros dicen que no, que nada hay irregular en su gestión.
Lo observamos oteando desde una colina cercana. Seguro que hay cámaras de seguridad y no quiero que nos vean rondando por ahí. Nunca se sabe.
Sórdido.
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