Suenan las gaitas por las calles y bajo las bóvedas que los arcos marcan, un espacio común y fructífero: paradas de quesos, embutidos, encurtidos, vinos, orfebrería y golosinas. Mucha gente joven.
La panadería tiene horno de leña de donde salen el pan, el pan de aceite y toda una repostería tradicional y gustosa.
Y todo esto rodeado de cumbres de más de mil metros que aseguran frío seco que baja del norte con el cierzo.
El Matarranya es una hermosa tierra.






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