Finalmente, llegamos al viejo molino. Todo el cauce es, aquí y allá, un manantial.
Hemos seguido los senderos del agua. Unas veces, visible, corre con alegría sobre las piedras, juega con los carrizos y se esconde; otras veces se hace subterránea y oculta, dejando el barranco aparentemente como un simple camino.
Caminos...los caminos del agua no son siempre visibles. Como no lo son los caminos del corazón.
Agua, sentimiento de la tierra que riega y fertiliza. Nace...¿dónde? En ningún lugar en concreto...mana de muchos lugares, en muchos sitios, simultáneamente, puesto que las arterias y venas de la tierra no siempre se ven. Son ocultos misterios que, por siempre, serán.
Sólo hay que aprender a mirar.
3 comentarios:
Pues al loro.
Resulta que me han dicho que más arriba, una vez pasada La Sisquella de la Dolors, hay una cueva con fuente en su seno.
Así que...
Suenan de nuevo los acordes de la aventura...
Chan chan chan chaaaaan...chan chan chaaaaaaannnn...¡Indiana!
Me parece que esta fuente que dices es la Font del Corb.
Me dicen que sí.
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