La cocina china se precia de utilizar mucha verdura. Esa es una de las razones por la que es denigrada en Hispania, cuna de barrigas cerveceras y lorzas paelleras: no llena la íbera panza, amén de ser metabolizada con rapidez y hacer orinar mucho; todo agua, en fin. La insaciable panza ibérica exige gastronomías de mayor calado felipegonzalinianas, que denotan alteraciones en la materia cerebral; que por mucho menos, por un simple 3%, a Maragall le salió un Alzheimer galopante y ya no recuerda nada, claro.
A mi me encanta la cocina china, claro. Y no es por llevar la contraria al signo de los tiempos. Jamás presté oídos a aquellas burdas infamias que proclamaban, sin demasiado recato, que las terneras no eran tales, sino cánidos diversos. Así que nunca rechacé un chop suey tenela. Y ahora, con Mikel cocinando, ha pasado a ser parte de la cocina sisquellana. ¡Hay que dar salida a la pimentonada, chicos! Un arroz salvaje de acompañamiento y a disfrutar.
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