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Llegados a este punto, me vienen a la memoria las palabras del gran Vespasiano, emperador de Roma, en su lecho de muerte. Al buen hombre, con un par, al ver llegado el momento de su traspaso, no se le ocurrió otra cosa que pronunciar las siguientes palabras: Vae, puto deus fio!. Matizamos para los que no sabéis latín que no es lo que parece, sino que viene a significar "¡ay de mi, creo que me estoy convirtiendo en Dios!"
Si en tamaño trance de fatiguita de muerte, Vespasiano fue capaz de positivizar el asunto, no seremos menos nosotros: antes se secarán las vainas de alubia y menos humedades y dolores articulares. ¡Ave César, morituri te salutant!
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