El primer vino de la velada fue un Chardonnay 2014 de Bodegas Raïmat. La verdad es que es delicioso: uno de los blancos cinco estrellas para mi. Lo maridamos con un canapé de emulsión de aceite de oliva arbequina sisquellana y almíbar de limón, coronado con esferificaciones de vino tinto. Sorprendente en su presentación, se acopló a la perfección con los aromas florales y cítrico en boca del Chardonnay.
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