miércoles, 25 de mayo de 2016

EL FALSO MITO DEL RIEGO CONTINUO DEL OLIVO

Uno de los mayores errores que cometen muchos olivicultores es regar los olivos cuando la flor ya se ha abierto. Cuando así se obra, se produce un estrés en el árbol por exceso de agua, y el olivo tira la flor. La gente se está empezando a olvidar de que el olivo es un cultivo de secano y no quiere mucha agua. Muchos agricultores han cogido la costumbre de abrir el riego en enero-febrero y no cerrarlo hasta que empieza la recogida a principios de noviembre, obviando, además, que la aceituna no se carga más de aceite a partir de mediados de septiembre; de ahí en adelante, la oliva sólo se hincha de agua, con el consiguiente descenso del rendimiento; pero hay flechas que prefieren burro grande, ande o no ande. Cae el mito del riego. Y destacamos además que la abundante caída de las flores que pone nerviosos a muchos es un proceso inevitable: el porcentaje de flores estériles del olivo es muy alto. Por lo tanto, riego sí, pero limitado a los años de sequía en las semanas anteriores a la apertura de la flor y a partir de finales de julio con el fruto bien cuajado.

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