Hay lugares ocultos, persuasivos, con genio propio. Puertas a otros mundos sencillos, sin complicaciones, que nos envuelven de una paz primigenia. Tal es el caso de Bovera...
En su escudo, un bou. Símbolo arcano que me remite a mi constelación tutelar: Tauro, el Toro.
En su iglesia, una joya, oculta, como no podía ser de otra manera, hasta hace relativamente poco tiempo: una portalada románica, encarada al norte. Una maravilla de armonía, de sencillez: pero con el arco decorado por maestros canteros que dejaron sus marcas, bien visibles, en los carreus.
Estaba oculta la portada por una obra posterior; pero ahora luce, libre de nuevo, con esa vitalidad de lo protegido por oculto.
Qué paz transmite el románico.
3 comentarios:
Ohhh dios mío , cuanto me gusta saber sobre esas cosas ocultas o abandonadas . Es como un puzzle , sin saber cuantas piezas tiene pero vas encajando una y otra y al final " la sorpresa o la obra al desubierto ". 11
Son fragmentos que tal vez encajen...quien sabe. ¿Seremos dignos de llegar a resolver el enigma?
La suavidad del románico es femenina, es recogimiento. Austera, enmarca el espacio en una umbría salvífica. Luego vino el gótico y su alzada luminosidad sublime también. Pero el románico siempre será Madre para mi.
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