De la lectura de los clásicos se infiere que todo lo que podía pasar ha pasado ya antes en la Historia, y el que no lo quiera ver es de ese tipo de ciegos peores que menciona el refrán. Ahí van unas sentencias a modo de advertencia sobre el carácter humanoide, muy a tener en cuenta, a mi parecer, y que vienen de tiempos en los que las circunstancias sociales y económicas son similares a las actuales:
-si quieres que algún evento pase desapercibido, lo mejor es no hablar de ello. Ciertamente, es una verdad como un templo de Astarté. Es lo que en política se condensa en aquella frasecilla, el famoso no me consta.
-atención a esta reflexión, impagable: uno de los aspectos que limita a las personas nobles es que no son capaces de pensar jamás que otras personas pueden actuar obrando por motivaciones distintas a la lealtad y la nobleza. Craso error que ya en lejanos tiempos detectó con agudeza Aristóteles, y que nos da una idea firme de que el marrón viene de antiguo y es innato en el humanoide prototípico. Y nosotros, tontos, dejándonos convencer por el buenismo y la promesa del cielo si éramos buenos. Cuántas oportunidades de medrar perdidas, vive Diosssss...
-en ciertas ocasiones, sólo desde una actuación abominable se consigue poner en movimiento las fuerzas necesarias para cambiar el curso de la historia. Ojo a esta reflexión, que tiene tela: otra estocada al buenismo. Esto igual lo pensó Aníbal cuando asedió Sagunto, mismamente, en donde los ejércitos cartaginenses hicieron una escabechina de esas que aún se recuerdan.
En todo caso, son consejos que demuestran gran sabidurida en quien los aplica. Especialmente necesarios para neutralizar aquellas situaciones que por lo previsibles son de final ya conocido.
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