El megapibón vasco se va adaptando al ambiente arizónico-mediterráneo sisquellano, incluso salvando trances de cierta gravedad, pero el hombre es norteño y fortachón como pocos, de manera que hasta va tomando color y se pigmenta la piel de forma adecuada. Menos mal que no consulta los índices de radiación ultravioleta de la zona, sino le da un pasmo. Tal ha sido su nivel de implicación que aquí lo tenemos ya totalmente asalvajado y en tesitura tarzanesca. Pero es que este hombre hace unas fotos de locura. La fotografía de animales es muy dificultosa, y se necesita un arte especial, amén de maquinaria adecuada. Ambas cosas posee esta criatura divinísima, de manera que lo tenemos publicando su trabajo en un blog delicioso.
El Ojo de Enûma. Cada mirada es diferente, sutil, personal...él mira ahora por La Sisquella para retratar esa otra realidad velada, oculta, mágica.
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