Cielo santo...ha llovido al fin...pero poco dura la euforia: porque el agua ha despertado a La Bestia en forma de viscosas criaturas que devoran todo a su reptante paso: caracoles y babosas a cientos. Si fuera mañica diría que a millares, pero no tengo ascendencia aragonesa y decido optar por la moderación barcelonina, cuna y madre de condados y medioevos floridos.
Total, que los ultracuerpos se están comiendo el huerto. No uso el veneno antigasterópodos, ese metotrexato que los mata en una terrible agonía. Prefiero intentar disuadirlos con barreras de azufre y ceniza. Veremos qué pasa. Indicar también que algunos alcanzan tal tamaño que su cáscara serviría de autocaravana. Igual negociamos un trueque con el Gran Señor Bover.
2 comentarios:
Pues yo de los caracoles daría buena cuenta, ja ja
Ya...a los que os gustan así en salsa, a la llauna...comprendemos pero no compartimos gusto culinario esta vez...
Publicar un comentario