Alguna ventaja tendrá vivir en zonas cálidas egipcíacas y ésta es que, al igual que nuestros antepasados de la Tierra Negra, hemos aprendido que se pueden cultivar dos cosechas de casi todo, la de su tiempo y una segunda que se siembra a finales de agosto. He aquí la patata alavesa mostrando uno de sus tubérculos otoñales. El experimento ha dado buen resultado. Y es que no hay mal que por bien no venga. ¿Que nos achicharramos? Pues ¡al ataquerl! A producir el doble.
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