jueves, 28 de abril de 2016

DESENVAINANDO

No duran mucho las habas en sus vainas. Las primicias de la huerta son rápidamente transformadas, a base de lumbre y guiso, en unas magníficas habas estofadas. Un vino rosado de Navarra las escolta hasta nuestro estómago: el maridaje es perfecto. De postres, unas fresas.
Una curiosidad: a Pitágoras no le gustaban las habas y profería contra ellas toda clase de improperios. Contra gustos no hay nada escrito, y este hecho muestra a las claras que nadie es perfecto.

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