Pues nada, que como iba lloviendo, ya cantábamos ¡albricias! e incluso nos permitíamos pensar -ilusos- que lo del cambio climático era patraña de rojos bolivarianos podemitas. Pero la ciencia, que es madre de la evidencia, nos abruma con la plasmación de lo irrefutable: marzo de 2016 es el peor de la serie pluviométrica desde que habitamos en este terruño. Y eso que con los 55,5 litros por metro cuadrado nos sentíamos como pez fugu en el agua de Fukushima.
Qué mala suerrrrte...
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