Una variedad de oliva que está en auge es la arbosana. Su origen está en el Arboç, provincia de Tarragona. En su aspecto, la oliva arbosana es igual que la arbequina. El aceite es muy similar organolépticamente al obtenido de la arbequina, aunque algo menos afrutado. Esto puede suponer una ventaja a la hora de usarlo para preparar condimentos en los cuales no es deseable que predomine el sabor del aceite de oliva, como es el caso de salsas mayonesas. El olivo arbosano enraíza con facilidad y el olivillo es de producción constante. Pero tiene una pega, no todo van a ser bienaventuranzas: no está adaptada al frío, con lo cual en climas en los cuales las escarchas y los hielos invernales son frecuentes, no crecerán bien. Es pues olivo costero, mediterráneo de pie de mar o de interiores acariciados por las temperadas marinadas. Ojo a este monovarietal, que promete grandes sensaciones.
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