En la Edad Media la gente no era tan bestia como a veces se refleja en las artes contemporáneas. En temas culinarios -que son un excelente reflejo del estado social de un pueblo- queda patente que no todo valía, al menos en Catalunya.
Suele ser común pensar que en aquellos tiempos se comía cualquier cosa: pues no es así. Por ejemplo, no se comían gatos, a pesar de que eran abundantes, aunque, como siempre, algún espabilado diera gato por liebre...
Si se comía gato era en caso de extrema necesidad (asedios, hambrunas) y aún así se prefería salvaje antes que doméstico. La manera de proceder era la siguiente:
Se mata el gato el día anterior, cortándole la cabeza; ésta debe ser desechada ya que si alguien se la come puede volverse loco. Se destripa y se limpia, envolviéndolo en una tela de lino y enterrándolo durante 24 horas.
Se cocina al ast untado en allioli. A medida que se va dando vueltas al ast, se va untando de nuevo. Se sirve loncheado y acompañado de una salsa formada por el allioli sobrante disuelto en caldo. Dicen que resulta una vianda singular.
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