martes, 22 de octubre de 2019

LOS MILICIANOS DE LAS CASAS BARATAS

Las cosas, como no podía ser de otra manera, se complicaron cuando acusaron a mi abuelo y a su hermano de haber matado a un fascista. Ellos siempre lo negaron, pero si así hubiera sido, no hubiera menguado mi aprecio por ellos. Orencio se  vio obligado a huir a Argentina, donde fundó una rama de la familia que prosperó más adelante gracias a que se dedicó al negocio de los cereales. Mi abuelo, después de pasar por la cárcel, se fue al frente como miliciano, a la Columna 4 de octubre con destino a Sástago, en Aragón. Y mi abuela María se quedó en Barcelona, sola con cuatro criaturas pequeñas, refugiándose de los bombardeos y viendo cómo moría gente y cómo otras personas se quedaban aleladas del miedo en los subterráneos de los refugios antiaéreos.
Resistieron los milicianos cuanto pudieron, pero al final debieron pasar a Francia, donde les recibieron con los brazos abiertos. Aunque no tengo constancia documental, pienso yo que pasaría por el Sobrarbe desde la Bolsa de Bielsa, el último núcleo de la resistencia antifranquista.

1 comentario:

Gorgk dijo...

Esto no lo habías escrito nunca?