Los ritos de fuego que se celebran estos días tienen orígenes muy remotos. En algunas tierras se han referenciado a episodios conocidos, como las luchas entre moros y cristianos de la época de la conquista árabe de la Península. Pero se puede ir aún más atrás.
Los historiadores romanos dejaron escrito que los pueblos celtas, cuando llegaba la primavera, hacían grandes montones con hierba seca, sarmientos y cañas y les prendían fuego. Inocente entretenimiento sería si no fuera porque a veces dentro había algún animal vivo (serpientes se han referido) incluido algún humano que dicen eran prisioneros de guerra de larga duración o malhechores.
Aún más atrás, el rito parece haber surgido en tiempos neolíticos para propiciar la fecundidad de la tierra que iba a sembrarse. Hoy se queman fallas y se echan pellets minerales a los campos: el rito perdura, escondido entre la racionalidad, la tradición y la tecnología agrícola.
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