jueves, 11 de diciembre de 2014

HOSTES VINGUEREN...

Existe en la sociedad mediterránea desde tiempos inmemoriales el miedo a que todo lo que viene de fuera puede causar daño. Seguramente sea debido en parte a las razzias de Al Mansur allá por la Alta Edad Media; el intrépido moro y sus huestes llegaron hasta Barcelona y la dejaron hecha cisco, todo hay que decirlo.Otras causas más habrán, pero la conclusión es que la hospitalidad levantina dista bastante de la norteña capacidad de absorber elementos adquiridos, tal como sucede por ejemplo con los bretonones y su tradición del fosterage, que casi obliga a los jóvenes a abandonar sus hogares para ir a vivir a casa de familiares, especialmente de los tíos de las criaturas, cosa ésta que les hace abrir horizontes y captar otros usos y costumbres. Esto hace que los jóvenes abran miras y amplien maneras de entender el mundo. De ahí al capitán Cook va un paso. La cuestión es que por estas zonas más de trigo-olivo-vid, el elemento adquirido se ve un poco intrusivo, de ahí dichos como éste tan temeroso: hostes vingueren que de casa ens tragueren. En castellano, que viene el huésped y nos echa de casa, vamos.
Esperemos que no suceda: de momento, se acerca la época de celo gatuno y nuestro gatito negro parece que aposenta sus reales en nuestras posesiones. Se va a liar la de Dios es Cristo me temo.

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