El huerto del valle en invierno es frío y excesivamente húmedo. Favorece pudriciones en las lechugas y malogra las coliflorcillas. Además los caracoles y las babosas causan estragos en las crucíferas. Así que armados de chapo y caja, descalzamos las plantas y las transportamos al huerto sisquellano. Con lo que ha costado cultivar a estas criaturas, sólo faltaría que se vinieran abajo ahora. Además, nótese que hemos conseguido una textura en esta tierra de aquí arriba como no pensé que jamás la viera por estos arcillosos entornos: rica en materia orgánica, suelta y ligera. Somos unos hachas.
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