PERLAS DE SOL

A partir del día 13 de diciembre, Santa Lucía, empezamos a ganar tiempo por la tarde. Minuto a minuto, el Sol Invictus resurge desde el punto más al sur de su órbita aparente para retomar el camino andado desde el equinoccio hasta aquí. Nos acercamos al solsticio de invierno. El punto culminante que marca la victoria del sol, su nuevo ascenso en la bóveda celeste. Regenerado, después de sus vacaciones orbitales, volverá para dar luz, calor y diferentes partículas y magnetismos variados a esta Tierra que tanto aguanta la pobre, pero que como tiene unos 4.500 millones de años más que nosotros...qué habrá visto ella, pobreta...ya no se asusta de ná.
Este año, la fructificación del muérdago y su viveza son quizás más potentes que nunca. Será que los vemos con ojos de ilusión, de alegría, que los usamos para besarnos bajo ellos o que las lluvias recientes los han vivificado (opción menos antropocéntrica si acaso), la cuestión es que parecen verdaderas cunitas de perlas. Una auténtica preciosidad.
Un collar de perlas para ti, vida mía, te haría con los frutos blancos que, como copos de nieve, flotan, ingrávidos, entre el cielo y la tierra. Así estuvimos una vez, flotando entre mundos, hasta que nos volvimos a encontrar, como será, por siempre, una y otra y otra vez, por toda la eternidad.