Los humanoides se extrañan de las atrocidades que otros congéneres cometen. Olvidan algunos con demasiada facilidad que no somos más que unos animales capaces de emitir sonidos articulados y poco más. Seguimos, como todo el resto, al albur de los principios primitivos que hoy día algunos han dado en llamar competitividad y que aúnan la envidia, el desprecio, el odio y demás agresividades, amén que justifican el fin: la supervivencia del mejor dotado para adaptarse al medio. No os espantéis tanto, que al fin y al cabo, todo esto es natural. Como la vida misma...talmente la vida de este zorrillo que ha pasado a otro estado de la materia diríase. ¿Mejor? No lo sabemos. Más descansado sí. Y mientras los dioses mirando a otro lado. Si es que...
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