Loable y noble es la iniciativa. Pero...un sacerdote ha decidido vivir en cierto lugar totalmente degradante en un país de Sudamérica. Le entrevistan en la radio. Expone las atrocidades que asolan el alma de los seres humanos cuando su verdadera naturaleza salvaje aflora, aculturizados por un desarraigo de sus tradiciones; una zona minera colonizada por la avaricia de la occidentalización capitalista, desalmados. Pide ayuda. Está él sólo allí tratando de llevar algo de solidaridad a ese infierno. Pero no quiere que vaya nadie. Dice que nadie aguantaría; habla de que algunas personas se creen salvadores de la humanidad y que se postulan como enfermeras puede-con-todo. Quiere dinero.
Queda algo, un poso de extraño sabor egocéntrico en esta actitud. Cuidado. Hasta Jesús tenía apóstoles.
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