Un auberge es un melocotón. Pero de Benissanet. Están muy buenos, la verdad. Y ante la amenaza de una nueva ola de calor incipiente, nos vamos en busca de la verdadera ribera del Ebro y la sombra de los árboles decanos que afortunadamente alguien tuvo a bien plantar en estos municipios y que son el único consuelo que permite vivir en estos pueblos. Cielos, cómo le casca el calor. Y después de rondar la feria, nos vamos al río, que en esta ribera pasa manso, besando las raíces de los árboles que son uno con él.
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