Las tormentas de verano son muy locales, y con la energía acumulada en la atmósfera a causa del sobrecalentamiento de este julio abrasador, se forman torres como la de la foto. Los
cumulonimbus tan mediáticos como fotogénicos se gestan en pocos minutos, y precipitan con gran aparato eléctrico y sonoro. A veces se generan en serie desde un mismo punto o desde una línea de convergencia, como sucedió ayer. La gracia (poca) del asunto es que nos han pasado a escasos kilómetros de la vertical sisquellana. Resultado: lluvia inapreciable. Mientras en La Palma todo eran carreras para huir de un chaparronazo bueno que regó todo el núcleo urbano. Ya puede esperar Boli sentado, ya. Hasta la próxima lotería.
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