El fuego de la brasa es el más primitivo obtenido por el ser humano. Seguramente, los rayos que caían allá por los lejanos tiempos paleolíticos fueron el origen de lo que hoy conocemos como cocina. Una combinación de artes, pues, es este plato que os presentamos: el arte de la pesca, para conseguir un atún con todo su cuerpo y tersura en el paladar, y el arte de la brasa, que en La Sisquella adquiere denominación de origen propia a causa de las maderas usadas para la combustión. Una sabia combinación de leñosas que emite aromas particulares y consigue temperanzas adecuadas para una correcta cocción de los lomos de atún traídos del Norte, aliñados con aceite sisquellano, ajo silvestre picadito fino y el toque final de perejil echado sobre la brasa. No olvidemos el toque de pimienta que da la picardía al túnido. El jugo del pescado y su aliño hacen de cada bocado una exquisitez que es de todo punto necesario repetir.
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