En tiempos muy lejanos, cuando no había Homos sobre la faz de la Tierra, esta zona era un mar interior que recibía las aportaciones de los barrancos que a él iban a desaguar. A fuerza de perseverante insistencia, el curso fluvial que veía bloqueado su avance por la Serra del Tormo y La Picosa consiguió, erosiona que erosionarás, abrirse paso para llegar hasta ese otro mar más grande, el Mediterráneo. Y este lugar único y particular es el Pas de l'Ase, estrecho camino acuático de importancia capital. En su orilla hicieron un puerto los íberos, en la cima de Sant Miquel un poblado, y los Templarios construyeron una ermita a su vera, reconstruida en tiempos por los cartujos de Scala Dei.
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