Habíamos dejado unas escaluñas en flor para obtener semillas de ellas y así reproducir sexualmente estas graciosas bulbosas cebolleras. Cuál no ha sido nuestra sorpresa cuando hemos visto que no se formaban semillas, sino unos primordios que replican la estructura de una pequeña cebollita. O sea, que el fruto no solamente ha germinado, sino que se ha desarrollado ya en la misma planta y todo. Esto tiene una explicación: al pesar la cabeza de la inflorescencia, ésta se comba y toca el suelo, de manera que permite a los primordios enraizar: resulta una colonia adyacente de nuevas escaluñas.
Éstas las hemos recogido, separado en cebollitas individuales y plantadas cada una en un pocillo. A ver qué pasa.
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