Espléndido el trabajo de reconstrucción que se ha llevado a cabo en la Cartuja de Scala Dei. Se puede acceder ahora a dependencias que antes amenazaban ruina y que gracias a un techado y una labor de consolidación de muros son ahora visitables y muy hermosas. Quedan así protegidas y visibles para el amante de la historia el claustro y sus capillas anexas, el refectorio donde comían los monjes y la sala del capítulo.
Se sigue trabajando en la iglesia, ya apuntalada y con visos de que la obra será satisfactoria. La Cartuja bien lo merece. En su tiempo fue esplendorosa; esperemos que la labor del hombre supere al fin a su codicia destructora; cuánto cuesta construir y cuan fácil es arruinarlo todo. Sigamos pues el camino emprendido ahora: construir, reunir, aunar esfuerzos para avanzar. Es el único camino: la historia nos lo enseña.
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