A las matas de sandías hay que despuntarlas para que los frutos se hagan más gordos. Yo eso no lo sabía hacer, entre otras cosas porque nunca había plantado ni sandías ni melones, que donde vivíamos antes no se daban bien. Así que aquí está el fornido brazo de Josep realizando tal labor, previamente asesorado por el master. La verdad es que en estas tierras, sandías y melones se dan muy bien. Eso sí, bien regadas. Pero es curioso cómo se extienden con enorme rapidez sobre esta tierra tan arcillosa.
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