Otro ejemplo de bioconstrucción pero de verdad, nada de sucedáneos humanoides. Estos son los nidos donde las avispas alfareras crían a su prole. La perfección en la ejecución de las pequeñas jarritas hechas con las mandíbulas a base de arcilla, saliva y agua como únicos materiales deja al género humano una vez más en evidencia.
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