domingo, 2 de septiembre de 2018

REDES

Un ser humano dejado a su suerte, sin ropas, sin alimentos, en medio de cualquier paisaje mediterráneo -por proponer un escenario geofísico agradable- sucumbiría en cierto tiempo. Aunque el clima fuera benigno, aunque tuviera ciertos alimentos silvestres a su disposición, el deterioro físico sería importante. Esta falta de adaptación al medio se debe a que el ser humano es un ser social y para mantenerse con vida ha sido capaz de crear un sistema de redes.
Contra más complejo es un ecosistema - más numerosas son las especies que lo forman, más interrelaciones se establecen entre ellas- más difícil es que se desestabilice por un factor externo. La perturbación se amortigua entre las mallas de la red, para finalmente ser metabolizada, absorbida y neutralizada. Un ecosistema sencillo, con pocas especies que lo forman, sucumbe con rapidez ante cualquier factor que altere su precario equilibrio.
El ser humano es un ser social: los anacoretas y ermitaños son excepciones. Formar parte del entramado es la manera de no sucumbir, o, en todo caso, de no perder la percepción de la realidad social. Pero entonces hay que hacer concesiones y perder parte del criterio propio: hay que aceptar las leyes impuestas, con muy escaso margen para modificarlas desde la iniciativa popular en la actualidad (el famoso "marco legal").
Hay que decidir.

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