domingo, 30 de septiembre de 2018

EL OCASO DE LOS DIOSES

Un tiempo después de nacer, cuando empezamos a tener conciencia de nosotros mismos...¿nos hemos preguntado, espontáneamente, quién ha creado el mundo, cual es el objeto de nuestra existencia?
No.
Estas preguntas vienen impuestas. Un niño, una niña, nunca se preguntan sobre esto: simplemente, son. Incluso al principio, ni tan sólo hacen distinción entre ellos y el mundo que los rodea: todo es una amalgama curiosa, divertida. Todo está por aprender, por descubrir. Interacciones sin fin.
Luego, las imposiciones culturales hacen que algunas personas empiecen a desgajarse del medio: se inicia la distinción entre persona y entorno.
Error: esta manera de entendernos no es adecuada. Puesto que se inician toda una serie de silogismos lógicos fruto del mal uso del lenguaje que nos lleva, sí o no, a la conclusión de que debe existir un primer principio de todo: DIOS, DIOSA, LOS DIOSES, LAS DIOSAS.
Nunca podremos establecer, desde nuestra capacidad racional, si esto es cierto o no. Son - usando mi lenguaje más querido- empanadas mentales. De las cuales se derivan seres empanados, sin rumbo, sin criterio.
No hay ni dioses ni diosas. Y si los hubiera...se muestran extrañamente inactivos. Unos creadores que abandonan a su creación...no pueden ser muy buenos amigos...

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