El viento se desliza en las gramíneas doradas y verdes. Las mece. Parece que las consuela. Es como una nana meciendo una cuna.
Son hipnóticas. Una danza de sol y esmeralda. Va y viene el tallo, flexible. El viento las acaricia, como una madre.
En plan menos poético, diremos que las gramíneas, generalmente tratadas como malas hierbas, actúan anclando la tierra con sus raíces y evitando la erosión. Estos panes, que a la mayoría de gente no les gusta ver en los márgenes de los huertos o de las fincas, ejercen una función muy importante para evitar la desertización. Además, permiten la proliferación de insectos beneficiosos: ¡¡¡nuestra finca está este año llenita de mariquitas!!!
No dejéis vuestros huertos como una patena: es mucho mejor verlos más agrestes y con más vidilla.
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