O la gente se coordina o no hay nada que hacer. La única manera de que una actividad común que se realiza en núcleos individuales resulte provechosa es la unión de esas células dispersas para crear un organismo mayor, más complejo, y por lo tanto más difícil de desestabilizar, con más capacidad de amortiguar elementos descompensadores. Los agricultores se dieron cuenta de que la única manera de que los intermediarios no les engañaran era agruparse en cooperativas. Parece mentira que algo que se sabe de hace decenios se haya perdido en los modernismos contemporáneos, hecho sin duda promovido por el poderío reinante asumiendo aquella vieja proclama de
divide y vencerás. Fomentar la individualidad actual en aras del beneficio del prócer es vieja artimaña que ya aplicaban los romanos con los íberos. No dejemos que prosperen estas ya viejas tácticas y coordinémonos. No hay otra. Eso sí: piedra sobre piedra: por Facebook y Twitter no sirve.
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