No fallan a su cita solsticial los albaricoques. Les falta aún un pelín, una semanilla. Pero algunos que han caído del árbol al suelo ya están comestibles...me encanta el color de los albaricoques, ese naranja y granate allí donde el sol más les da, que es muestra inequívoca de que la energía de los fotones se ha materializado en la parte más caliente del espectro. Caliente, vibrante, mágica, energética...terciopelo y seda, dulce al paladar, refrescante...
2 comentarios:
A nosotros el año pasado nos lo arrancó el viento... con lo bonico que era y los buenos abercocs que daba. Le rendimos tributo arrancándolo y convirtiéndolo en árbol impertérrito de juegos gatunos.
Los mejores árboles suelen ser los que sufren más inconvenientes. A nosotros se nos cayó un pino encima de un cerezo cuando pasó la ciclogénesis explosiva de hace años...
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