Las personas que han tenido la suerte de seguir viviendo en los pueblos tienen la posibilidad del recuerdo. En las ciudades, los antepasados se han ido diluyendo entre las prisas, las obligaciones, el tener en lugar del ser, hasta transformarse en sombras, en desconocidos. Pocas personas pueden retroceder en su genealogía más allá de los abuelos, si acaso de unos desdibujados bisabuelos. Aquí, por ejemplo, unos amigos nos permiten presentaros la fotografía de tiempos pasados, donde se reconocen los nombres de quienes fueron antes que ellos. La magia de la fotografía permite hacer vivir en la memoria a los ancestros.
Urbanilandia, no sólo prisión de vivos, sino olvido de la memoria, de la dignidad de los que somos porque otros fueron antes que nosotros.
1 comentario:
Ciwrto, jeje. Yo flipe el año pasado cuando conoci el pueblo de una de mis bisabuelas. Un señor, al que no conocia de nada, me dijo cuando habia llegado mi familia al pueblo, donde vivian familiares mios (ycada cosa mala que habian hecho tambien estos familiares....). Tiene mucha menos privacidad pero hay un sentimiento de pertenencia que no he sentido yo por ninguna ciudad
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