
Qué bonito regar con el agua de la alberca...hala, a manta, así a gusto...mira, mira cómo se llena el caballón, qué rápido...pero...uy, cuidado...que se desborda...¡aggggggg!Y se produce la inundación desbocada, cual ríos de Babilonia.
Regar es un arte, el cual yo reconozco que no domino. Acabo siempre mojándome los pies y resbalando. Tampoco sé hacer bien caballones: tiene que hacerlos Josep.
Aunque más vale que sobre que no que falte, ¡Agüita brava!
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