Este lugar es especial: una enorme encina crece, saliendo las raíces prácticamente de la roca. Cómo ha podido este árbol crecer así, al abrigo de esta gran piedra, es misterioso. Porque no hay discontinuidad entre lo vegetal y lo mineral: es todo un mismo contínuo que transforma la piedra en árbol. Me siento al lado del tronco, pienso, pienso...a sus pies, una capa de humus riquísimo y negro, tierra fértil de un grosor extraordinario, de años de persistente caída de hojas, de reciclaje perpetuo de la materia, que descompuesta, pasa de nuevo a ser parte de la encina. Mineral-vegetal...y yo.
2 comentarios:
Que los dioses te bendigan por saber permanecer al lado de un ser inmóvil, inerte, anclado. Tu presencia...mineral-vegetal...y yo.
Esos tres adjetivos me inquietan. Sí, ya se que es cierto, pero...con matices. Y los matices pueden ser tan ricos que valgan una realidad...
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