
Tiempo de acelgas. A veces no hace falta plantarlas en el huerto para
disponer de ellas: tienen algunas la habilidad de escapar, de hacerse
boscanas, salvajes. Crecen en los lugares más dispares: estas, entre
unas rocas al borde de la carretera. Dicen, con buen criterio, que no se
deben recolectar plantas del margen de estos caminos de asfalto, porque
el humo de la combustión de los vehículos contiene partículas
contaminantes que son captadas por los vegetales. Y si luego los
comemos, los incorporamos a nuestro organismo.
Pero esta carretera...un coche cada hora, tal vez. Tal vez incluso menos. O tal vez alguno más. De todas maneras, no importaría demasiado. Aquí están las acelgas, al pie de la señal de tráfico, como agentes de la amabilidad natural.
2 comentarios:
Qué diferente puede ser la visión del mundo según el observador. Y qué importante es tener al lado a una persona que sepa ver, entre grises y nubes, la luz de la alegría. Afortunada eres tú y los que te rodean.
Supongo que tú te encuentras entre esos afortunados. Sino...me enfado... ;)
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