El otro día fuimos a un almacén agrícola para comprar unos recambios y herramientas. En este lugar también vendían plantas. En la parte principal de la exposición estaban las bonitas, las buenas. Pero...
Mientras mi maridín hablaba con el dueño, yo me dirigí a la parte lateral del edificio. Allí suelen estar las plantas defenestradas, que ya nadie quiere. Y nunca mejor dicho lo de defenestrada en este caso, porque resulta que a nuestra nueva amiga, la Beaucarnia recurvata, se le había caído encima una puerta acristalada de la tienda estos días pasados de mucho viento, de manera que hasta el engrosamiento de la base se ha partido por la mitad. Así que me la ha dejado por un precio simbólico, a ver si la podemos recuperar. Esta planta, en contra de lo que parece, apenas necesita riego -una vez cada tres semanas en invierno- y crece mejor en macetas pequeñas. Eso sí, no resiste menos de 10 grados, así que a la casita de madera y a ver si la podemos curar.
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