Preguntamos a una señora que camina, estoica ella, contra el viento por una calle en la que han volado macetas de ciclámenes; las hemos vuelto a colocar en su lugar, pero al minuto ya habían sido arrebatadas del alféizar otra vez.
La señora nos indica que llevábamos un camino erróneo y que hay que atacar el cerro por el lado contrario. Luego sigue la tradicional explicación plagada de "a la derecha" y "a la izquierda" que a mí me desconcierta pero que mi marido, más hábil en estos casos, capta al instante. Y allí vamos.
El sitio sustenta uno de esos edificios que parecen observatorios astronómicos, de planta cuadrada y cúpula octogonal. En este caso, el punto se refuerza con la presencia de una virgen que parece la de Montserrat pero es blanca.
Y es que hay una razón para ello: la ermita custodia el Forat de la Donzella...que os enseñaremos, claro que sí, en la próxima entrada.
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