Todo tiene un aspecto tenebroso, como de fin de ciclo. Hace muchos años plantamos el jardín resistente a la sequía, y dos de sus miembros eran sendos arbustitos de romero. Crecieron y se hicieron hermosos, y justamente ahora, uno ha decidido que se seca. Añadimos la vara, rota por la tormenta, del ágave azul y más bien parece el jardín del Fin del Mundo.
Que bueno, que sí, que siempre hay que cambiar ejemplares cuando se hacen añosos, pero... inquietante.
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