Románica del siglo XI, Sant Esteve de Sorre levanta su campanario. Antaño, en años de grandes nevadas, a buen seguro estas torres eran un indicativo de dónde estaban los pueblos. La nieve resbala por las inclinadas pizarras y queda negro sobre blanco, como un escrito arquitectónico. Y también señal auditiva, con el lenguaje de las campanas, que era signo sonoro.
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