He estado pensando y sigo creyendo, al igual que algunos profesionales de la salud, que las emociones pueden desencadenar catástrofes en los cuerpos que son vehículos de mentes demasiado sensibles.
Recuerdo a la perfección que la primera crisis de salud grave que tuve en mi vida fue la apendicitis de 2017. Fue poco después del trauma de tener que cerrar la tiendecita Divins y de la marcha de un día para otro de Mikel. Aquello me dejó en shock.
Y ahora, esta nueva crisis responde a tres años de inactividad, tres años sin huerto, tres años sin cosecha de olivas, sin poder hacer conservas, ni mermeladas...y ver cómo se arrancan olivos e higueras y encinas delante tuyo y los queman y en un día se mueren decenas de seres...y no puedes hacer nada por impedirlo.
Mis energías se han estancado, se han hecho nudos, se han vuelto contra mi.
Y en un mundo hostil, como dice el Dr. David Servan-Schreiber, "lo que le pasa a la Tierra, le pasa a los hijos de la Tierra".
No hay comentarios:
Publicar un comentario