On Fira y on fire. Todo empezó bien. Solete, calorcito agradable. Lucía Valderrobres en todo su monumental esplendor. Paseos viendo lo que nos conviene comprar: algo de planter, queso de ese robusto, pan de tahona artesana.
Después de comer a la vera de unas huertas vamos a tomar un café. Unas nubes blancas y con truenos en su abultada y negra panzota asoman detrás de la plaza. Preguntamos al camarero si va a llover: pone cara de entendido y dice que no, que cuando viene de allí pasa de largo.
Las salvamos tapándolas con anoraks y mantas que siempre llevamos en el maletero: otros no tuvieron tanta suerte y sufrieron roturas varias. A cambio me llevé tres impactos en los brazos y uno en la cabeza: me ha salido un chichón pero nada más.
Salimos rápido de la villa porque venía otra tormenta detrás. Luego supimos que había destrozado campos en Jiloca, descabezando los trigos, y en Cretes y en Arnes, en Horta y Lledó.
Temíamos porque el radar daba que venían los truenos malos hacia casa y no quería yo que me rompiera el huerto: se retrasó y aquí llegó de madrugada, pero sin piedra. Eso sí, rayos y truenos a mansalva. 22 l/m² de una tacada.
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