Pues nada, que miro un plano de la ruta del camí dels Estoldrans que me llevará a ver la antigua Creu de Terme que marca los límites de La Palma y yo tan contenta que decido emprender el camino...yo sola...Josep está recogiendo olivas...
Camina que caminarás, me voy metiendo en el monte. Por esta parte de la montaña no hay nadie: no se oye ruido de tractor ni de presencia humana. Sigo tan pancha, voy rodeando montes, campos, rocas...y cuando me doy cuenta...pues estoy lejos, lejos, del pueblo...
Aquí en este momento me entra un poquito de yuyu: no sé qué hacer, si desandar el camino o seguir...¿cuánto faltará? Decido seguir, aunque cierta inquietud me hace poner algo nerviosa.
Llego a una pendiente bastante pronunciada: Dios mío, cuánto cuesta subir...y entonces se abre el espacio, y llego, por fin, a la Creu, magnífico obelisco de carreus de piedra rematado por una cruz de hierro, y con interesantes particularidades...
5 comentarios:
Tan arriesgada como siempre, tú sola por ahí. No es ya lo más adecuado.
Di que si,al monte asi sin mas,hay Dios que como te pierdas la liamos,este fin de semana pasado han tenido que rescatar a boletaires urbanitas que se habian perdido,no te veo entre ellos.
Lo mejor del caso es que el otro día me asusté porque casi no podía caminar de verdad, que parecía la madre de Norman de Psicosis con las piernas envueltas en una manta y en la silla -Norman, te he dicho que no vayas con mujeres, Norman- y hoy después de la caminata de ayer, oye, como si nada. Hay cosas que no se entienden...perderme no me pierdo del todo (moralmente si acaso-jejejeeee), lo que pasa es que me voy lejos y luego no sé si tirar pa'lante o volver...
Eso se llama estar en plena forma !
Me encanta tu optimismo antropológico. A prueba de todo.¡¡¡¡¡
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